Por : Felipe Redondo.
Paseaba aquella tarde entre las encinas de Alameda cuando leí -una vez más – en mi pequeño Nuevo Testamento: “siendo renacidos no de simiente corruptible, sino incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre…y esta es la palabra que por el Evangelio os ha sido anunciada” (1P 1:23-25). Lo cerré con gozo. Fue el punto de inflexión definitivo en la batalla “teológica” que se libraba en mi interior desde hacía mucho tiempo, demasiado. Vi con nitidez dónde está la palabra viva y permanente de Dios, que al obedecerla mediante el Espíritu purifica nuestra alma, renaciendo a una nueva vida. Poco después sería bautizado en la Iglesia Cristiana Evangélica de Salamanca, en el Paseo de la Estación. Unos meses después nos trasladamos a Robledo por motivos laborales y estuve sin poder congregarme durante un tiempo. Aprendí que estar en la iglesia local es vital para el creyente.
NECESITAMOS LA IGLESIA
La nueva vida necesita esa “común-unión” donde “nosotros, que somos muchos, formamos un cuerpo en Cristo y todos somos miembros los unos de los otros” (Ro 12:5)1. Es ahí, donde en plena sintonía con la cabeza, Cristo, “todo el cuerpo, bien articulado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la función propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef 4: 16).
Aunque no es del mundo, La Iglesia está en el mundo con todos los peligros que eso conlleva; pero el compromiso del Señor con Su Iglesia nos da seguridad: “las puertas del Hades no tendrán poder para vencerla” (Mt 16: 18). El Espíritu Santo que “vive con nosotros y está en nosotros” (Jn 14:17) actúa poderosamente en ella. Abrió la puerta para que los gentiles fueran insertados en el olivo (Ro 11), la guio a reconocer el Canon de la Sagrada Escritura, la sostuvo en medio de persecuciones y, cuando se obstaculizó su acción, movió a miembros vivos de su Iglesia a explorar nuevos cauces que permitan llevar el agua de la vida a la tierra sedienta y así recoger una buena cosecha para el Reino de Dios. Así lo hizo en el siglo XVI (también antes y después) que nos dejó estas lapidarias palabras: Sola Scriptura, Solus Christus, Sola Gratia, Sola Fide, Soli Deo Gloria, y también una frase que no debemos olvidar: Ecclesia reformata semper reformanda est, secundum verbum Dei.
EL ESPÍRITU TAMBIÉN SE MUEVE EN ESPAÑA
En las primeras décadas del siglo XIX el Espíritu Santo impulsa a creyentes de contextos diversos, en distintos puntos de Europa (Gran Bretaña, Suiza, Italia2…), hacia un modo sencillo y auténtico de vivir la común-unión de hermanos en Cristo, superando barreras denominacionales, compartiendo la mesa del Señor, obviando las barreras clero/laicos establecidas, ratificando la autoridad de Sola Scriptura como guía de la Iglesia, y renovando el impulso de compartir el Evangelio, con los ojos puestos en la anunciada venida de Cristo: había nacido el movimiento de los Hermanos.
En España el “sexenio democrático” (1868-1874) permitió que hermanos y hermanas, impulsados desde ese movimiento en Gran Bretaña, con un coraje y una fe que sólo se explican por la fuerza del Espíritu, proclamaran el Evangelio y distribuyeran la Sagrada Escritura en nuestra tierra. Aunque acosados y denigrados desde un catolicismo-romano intolerante y vinculado históricamente al poder, establecieron iglesias locales, asambleas de hermanos, por muchas zonas de España.
Según The Brethren Movement worldwide, en 2018 había – y creciendo – 40.600 congregaciones de asambleas de Hermanos en todo el mundo a las que asistían 2,67 millones de adultos3.
En España, según esta publicación, había 180 congregaciones, 8.784 creyentes bautizados y 82 obreros a pleno tiempo, si bien el número de creyentes bautizados “is decreasing slowly”4.
Éste último dato puede ser una indicación de pararse, analizar la situación y buscar juntos las indicaciones del Señor.
PALOS EN LAS RUEDAS
La lentitud en el avance actual tendrá causas concretas, que Dios conoce. Por mi parte veo varios palos en las ruedas, unos del ámbito social y otros del eclesial. He aquí algunos:
- El crecimiento relativamente rápido en los últimos años del agnosticismo/ateísmo en nuestra sociedad. En la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondiente a setiembre de 2020, la suma de los encuestados que se definen como “agnóstico”, “indiferente/no creyente” o “ateo” es el 36 %. 5
- Añadamos a lo anterior un amplio cristianismo sociológico (por ponerle algún nombre) que sigue tradiciones y celebra festividades relacionadas con el cristianismo, pero que, como dice Is 29:13, “su corazón está lejos de mí”. Según la encuesta citada, un 38.8 % se declara “católico-no practicante”.
- La errónea – e interesada- identificación social del Catolicismo Romano con “La Iglesia” en exclusiva, genera recelo hacia todo lo que, fuera de esa poderosa organización, se denomine iglesia (¡Cuánta marginación, incluso persecución, han sufrido hermanos nuestros!). Por otro lado, los múltiples escándalos de pederastia cometidos por clérigos católicos, genera descrédito hacia todo lo que se llame “cristiano”.
- Las desviaciones heréticas de la fe cristiana, que sintonizan muy bien con el materialismo del mundo actual, como el llamado “evangelio de la prosperidad”, generando un gran descrédito al Evangelio y a las iglesias evangélicas que nada tienen que ver con eso.
- Un liberalismo teológico, extendido tanto en ámbitos católicos como protestantes, que considera a la Biblia más como expresiones de la fe de personas y grupos humanos que como la voz de Dios a través de ella (Cf. 2Tim 3:16, 1Tes 2:13)
- Un fundamentalismo bíblico mal entendido, que utiliza la Biblia para fines ajenos al propósito revelado de Dios: “Las Sagradas Escrituras te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús… para que el hombre de Dios sea perfecto, perfectamente instruido para toda buena obra” (1Tim 3:15-17). Genera conflictos absurdos, sin tomar en cuenta el trabajo arduo e intenso de hombres de Dios en ámbitos científico, histórico, bíblico o teológico.
- Confundir Palabra de Dios con tradiciones eclesiales sin suficiente fundamento bíblico, ancladas en circunstancias de otro tiempo, sin distinguir lo accesorio con lo fundamental: “El que come de todo no menosprecie al que no come, y el que no come que no juzgue al que come, porque Dios lo ha aceptado” (Ro 14:3).
- Enredarse en diversos aspectos de la Revelación dejando a un lado la centralidad de Cristo, su persona, sus hechos y sus palabras, obviando la luz que Él supone para la comprensión de la Escritura, y especialmente el Antiguo Testamento. Cf. Jn 1:1-18, Hb 1:1-4.
- Quienes reducen la Iglesia a “mi” iglesia, persiguiendo únicamente el “éxito” de su proyecto, aún a costa de dañar otras iglesias o el testimonio público. Y el lado opuesto: quienes van de una iglesia a otra, como si de supermercados se tratara, sin importarles las secuelas que dejan.
- Un “cristianismo” light con apariencia incluso piadosa, pero sin compromiso real con El Señor y con la iglesia, a los que ya Jesús preguntó: “¿Por qué me llamáis Señor, Señor y no hacéis lo que yo digo?” (Lc 6:46)
Miremos con atención, y con amor, la sociedad donde estamos, como Jesús ante la de su tiempo: “viendo a las multitudes se le conmovieron las entrañas (lit.) porque estaban desfallecidas y tiradas como ovejas no teniendo pastor” (Mt 9:36). Como familia de Iglesias podemos desarrollar un papel muy relevante en la situación actual. Estamos llamados a ello. Es necesario invertir ese “decreasing slowly” que refiere el informe citado arriba.
¿QUE PODEMOS HACER?
La primavera pasada, la Coordinadora de Asambleas de Hermanos de España tuvimos el Encuentro 2020 UNA IGLESIA CON FUTURO. A pesar de la limitación impuesta por el formato telemático debido a la pandemia, tras recordar “los principios del principio” del movimiento de los Hermanos, pudimos evaluar someramente la situación actual, y, sobre todo, considerar posibles líneas de renovación y revitalización que el Señor tiene para esta familia de iglesias en este tiempo6. Recomiendo leer/escuchar las variadas y valiosas aportaciones que allí se hicieron.
El Señor puede hacer cosas maravillosas por medio de nosotros hoy en España. Comparto, a continuación, algunas posibles áreas de mejora, sin pretender generalizar – cada iglesia tiene su dinámica interna, obviamente-. Estas son mis propuestas:
- Hablar con el Señor. Es Él quien va a mostrarnos el camino. Dinamizar la oración personal y comunitaria. “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces” (Jer 33:3). Que oremos juntos, además, es agradable a sus ojos.
- Estudiar a fondo y sin prejuicios la Sagrada Escritura, guiados por El Espíritu Santo, utilizando todas las herramientas hermenéuticas disponibles para una exégesis correcta (2P 3:16) para obtener una visión más amplia y luminosa de la Palabra de Dios. Apegarnos a un método o sistema de lectura asumido previamente, puede llevarnos a limitar o malinterpretar el mensaje bíblico y levantar barreras con quienes no lo comparten.
- Trabajar por la comunión entre los hermanos y las iglesias: compartamos recursos, fortalezas, debilidades. Estemos juntos, oremos juntos, trabajemos juntos para Él, mirando más allá de nuestro pequeño ámbito.
- Superemos la tentación del sectarismo. Abandonemos si hubiera algún recelo para compartir con hermanos que no ven todo como nosotros. ¡Que lección nos dieron en esto hermanos como R. Chapman, A. Groves, E. Cronin, J. Müller o F.F. Bruce! Vivían la comunión que tenemos en Cristo, aunque tuvieran orígenes eclesiales distintos, sus dones fueran diferentes o no coincidieran teológicamente en todo.
- Ante lo positivo de la sociedad actual, valoremos el progreso científico y tecnológico, los derechos sociales, la libertad. Y especialmente preparemos a los jóvenes para estar ahí, en el mundo, pero sin ser del mundo, con respuestas pertinentes ante las preguntas que se le plantean. Apoyemos los ministerios que trabajan especialmente para ellos.
- Superemos las barreras denominacionales sin abandonar los pilares básicos de nuestra fe. El movimiento de AA HH buscaba superar la división denominacional que parcelaba a los cristianos. Reflexionemos si aquel espíritu sigue hoy tan vivo.
- Desarrollemos el sacerdocio universal de todos los creyentes, y no impidamos que los dones que Dios da a cada miembro de la iglesia bendigan a todos, sean hombres o mujeres, adultos o jóvenes, nativos o inmigrantes. Veamos si necesitamos dinamizar nuestros cultos y actividades. Tengamos en cuenta a los jóvenes y a los niños y todo lo que pueden aportar.
- Todos somos obreros a pleno tiempo. El medio familiar, social, laboral de cada uno es un lugar privilegiado a que hemos sido llamados, para dejar allí la impronta cristiana: “Vosotros sois la luz del mundo… para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos” (Mt 5.16)
- La Coordinadora de Asambleas de Hermanos de España facilita los vínculos fraternales entre asambleas e iglesias afines, respetando la autonomía de cada una, para crecer en comunión, compartir recursos y necesidades y cumplir juntos la misión que el Señor nos ha dejado. En la situación actual es un vínculo útil para que la revitalización que El Espíritu Santo quiera impulsar entre nosotros lo llevemos juntos adelante y todos seamos bendecidos.
- Estamos en una sociedad cambiante, con nuevos problemas, cambios sociales que no debemos ignorar, y posibilidades nuevas. El problema de la pandemia nos ha hecho ver que tenemos a nuestro alcance poderosos medios para comunicar el Evangelio y comunicarnos. El Espíritu nos guíe para utilizarlos con sabiduría. Es un tiempo diferente y Dios puede hacer a través de nosotros algo tan vital y fructífero en esta sociedad, como ya lo ha hecho tantas veces antes.
“La Palabra que por el Evangelio nos ha sido anunciada”, está hoy, si cabe, más viva que nunca. Llevarla a los que la necesitan para renacer por ella a la vida nueva, es nuestra razón de ser, y poder hacerlo juntos una bendición: ¡somos hermanos!
Señor, renuévanos, llénanos de tu Espíritu y fortalécenos para llevar juntos, con gozo, tu agua viva a la tierra seca que nos rodea. ¡Ven, Señor Jesús!
1 Todas las citas bíblicas están tomadas de la Santa Biblia Reina Valera 2020.
2 Manzone, F: The Reformation and The Brethren Movement in Italy. Opal Trust, 2019.
3 The Brethren Movement Worldwide Key Information 2019, 5th Edition. Opal Trust, Pág. X-XXVIII
4 Ib. Pág. 290.
5 CIS. Barómetro de setiembre 2020. Estudio 3292 Pág. 48, pregunta 33. Disponible en: http://datos.cis.es/pdf/Es3292clase_A.pdf (consultado 10 de octubre de 2020)
6 Dossier Encuentro 2020 UNA IGLESIA CON FUTURO. Coordinadora de Asambleas de Hermanos de España.