La lectura bíblica y oración personales

covenantmedia: Pixabay

Por : David Vergara

La alimentación espiritual

Vivimos en una época donde se da mucha importancia a la alimentación, al ejercicio físico y al ocio, es como si toda la vida consistiese tan solo en eso. Hay un gran afán por probar cosas buenas y sanas o viajar, dado que cada vez se vive más para lo terrenal e incluso lo espiritual se dirige a lo oriental, donde también se aprenden cosas novedosas sobre todo para la cultura occidental. Así, poco a poco, la sociedad se está convirtiendo tal solo en materialista, sólo importa lo de aquí, las cosas terrenales y no las eternas.

Sin embargo, Dios tomó la iniciativa para salvarnos del pecado que anida en nuestro ser y que nos lleva a la muerte, y eso finalmente significa estar alejados de él para siempre, la única forma de ser salvos del pecado y la muerte es conocerle de forma personal, nacer de nuevo y tener una relación nueva y novedosa con él por medio de su Espíritu, al alimentarnos con su Palabra y dirigirnos a él en oración cada día.

D. José María Martínez se preocupó de explicar esta relación espiritual sobre todo a aquellos que daban sus primeros pasos en el evangelio y escribió el que quizá es el mejor libro para entender esto: “Tu vida cristiana”, y es de allí, donde entresacamos especialmente las lecciones centrándonos en lo más importante sobre este tema.

Reconocemos que la vida física no puede mantenerse sin la alimentación adecuada y del mismo modo, quienes han conocido a Jesucristo como su Señor y Salvador personal, tampoco pueden subsistir espiritualmente si no se nutren de la Palabra de Dios, dado que contiene la leche espiritual no adulterada (1 P. 2:2) y es vianda para los que ya no son niños (1 Co. 3:2).

Problemas alimenticios

Las carencias en nuestra dieta espiritual, producirán problemas espirituales. Por ejemplo, si meditamos en las promesas de Dios, pero dejamos atrás sus mandamientos, descuidaremos la conducta. Si sólo nos fijamos en los mandamientos, al menor pecado nos torturaremos porque queremos ser escrupulosos cumplidores de su Palabra. Si la doctrina es lo más importante descuidando la lectura devocional y la intimidad con el Señor, nuestra ortodoxia será seca como vemos en la iglesia de Éfeso (Ap. 2:4). Pero podemos caer en una lectura devocional sin profundizar en la doctrina y será fácil caer en la superficialidad a base de pequeños bocaditos espirituales en forma de versículos, con los que nos conformamos para no ir más allá.

Buscar siempre a Cristo

Hay quienes abren la Biblia sólo para adquirir conocimiento o incluso porque en su día a día tienen que enseñarla, esto les puede ocurrir a los enseñadores. Hace años un pastor me comentaba que un religioso católico que impartía clases en una universidad y que conocía muy bien la Biblia le preguntaba si realmente creía lo que enseñaba. Así ocurría con los fariseos en tiempos de Jesús, quienes conocían al dedillo la Ley de Dios, pero sólo la vivían de forma externa, no interna, dejando que la Palabra de Dios cambiara sus vidas. Así no sabían distinguir la voz de Cristo al dar a conocer el sentido de las Escrituras (Juan 5:37-44).

Al leer la Biblia, su lectura debería avivar nuestra fe en Jesús e incentivarnos a obedecer a Dios. De hecho, cada libro de la Biblia nos muestra alguna faceta del cumplimiento del plan de Dios para el hombre por medio de Jesucristo y es por esto que en todos los libros de la Biblia aparece Cristo de una u otra forma, incluso en el AT, por medio de las profecías, significado de los sacrificios, promesas, personajes figurativos, etc. Así el propio Cristo se dedicó a enseñar esto a los que caminaban juntos en Emaús (Lc. 24:27).

El entendimiento de las Escrituras

Hay personas que al acercarse a la Biblia por primera vez encuentran dificultades de comprensión y se desaniman y es cierto que algunos pasajes requieren estudio porque no son fáciles de entender. Es Dios el que nos habla y nos ha dejado un lenguaje comprensible para nosotros por lo general, pero en ocasiones nos ha mostrado también que hay cuestiones que se nos escapan, pero aún esto quiere que lo sepamos (Dn. 12:8-9; 1 P. 1:10-12). También es cierto que en la medida que crecemos en el conocimiento personal de Dios, hay cosas que vamos aprendiendo con los años a medida que vamos entendiendo con el tiempo su revelación (Fil. 3:15).

Las dificultades pueden aparecer al igual que cuando comemos encontramos huesos que hay que quitar o espinas que separar en el pescado, pero no dejamos de comer por eso, no nos desanimamos y dejamos el plato lo más limpio posible si tenemos realmente apetito. Una regla básica es que la Biblia se interpreta a si misma, cuando haya textos complicados, siempre hay que buscar otros que traten el mismo asunto para ver si de esa manera la propia Biblia trae luz sobre aquello que estemos investigando.

Cómo leer la Biblia

Algunas recomendaciones para aprovechar mejor la lectura bíblica de forma personal son:

  1. Leer con reverencia. Decía un hermano que enseñaba a sus hijos a guardar respeto ante cualquier hermano que impartiese la Palabra de Dios, porque eran portavoces de la misma. El Espíritu del Señor está en todas las páginas de la Biblia (2 Ti. 3:16), y también al leerla puede iluminarnos al igual que hizo con sus escritores (2 P. 1:21). Al fin y al cabo, es la Palabra que nos ha dejado para alimentarnos y dirigirnos en alabanza a Dios.

  2. Leer con fe. La gloria del Señor está en sus páginas (2 P. 1:16), tal vez a veces la leemos con poca expectativa, pero no es un libro más, se trata de algo único porque ha sido traído por parte de Dios mismo. Los niños pronto se dan cuenta de que no hay un relato así, inspirado por Dios, traído por él para que creamos que es el Hijo de Dios tal y como afirma el apóstol Juan (Jn. 20:30-31). No se trata de páginas que nos dan tan solo una información, sino que nos llevan a aumentar nuestra fe.

  3. Leer con deseo de obedecer. El cristiano quiere que la Palabra de Dios sea lámpara a sus pies que limpia su vida (Sal. 119:9). La cuestión es si queremos que su Palabra nos transforme y cambie nuestra manera de vivir, para eso hay que tener el deseo de someternos a ella y obedecer a Dios, aunque lo que leamos sea contrario a lo que nos enseña esta sociedad (Sal. 119:29-30). Nuestro deseo es que Dios nos enseñe a vivir (Sal. 119:33-35), y esto no es fácil por la influencia de lo que escuchamos a nuestro alrededor y porque nuestra tendencia natural no es someternos a Dios (Stg. 4:5-10).

  4. Leer con cierta regularidad. Es necesario tener un hábito, al igual que comemos varias veces al día, incluso aunque a veces no tengamos mucho apetito. Entendemos que es necesario alimentarse porque de no ser así, llegará la fatiga. Así ocurre con la Palabra, en ocasiones leemos porque tenemos la costumbre, pero aún cuando no parezca el momento más adecuado teniendo que dejar a un lado ciertas tareas, Dios estará con nosotros para hablarnos en ese momento. De eso tuvieron que aprender en la casa de Marta, María y Lázaro (Lc. 10:41-42). Por otro lado, también conviene no sólo tener una lectura devocional de la Escritura sino el estudio bíblico tomando algún libro de la Biblia e investigando en él. Esto ayuda a centrar nuestros pensamientos desde el contexto del libro que escojamos y nos hace profundizar mucho más.

  5. Leer sistemáticamente. En las predicaciones sabemos que si cada predicador eligiese los textos, algunos no los tocaría nunca. Eso es una pérdida de bendición y nos dará una información recortada de la revelación divina leer sólo los textos favoritos. A veces, aprendemos más de aquellos textos que nunca hubiésemos escogido porque Dios nos sorprende una y otra vez. Por otro lado, si releemos algunos pasajes a lo largo de nuestra vida, siempre aprenderemos algo nuevo, porque Dios hace que cada día apliquemos lo que hemos leído a nuestra manera de vivir. Es bueno utilizar planes bíblicos para leerla en un año, o en ocho años como ocurre con las Notas Diarias de la Unión Bíblica también a la vez. Por otro lado, se están editando excelentes libros devocionales inéditos en lengua castellana hasta ahora y todo contribuye a edificarnos.

  6. Leer buscando la aplicación. ¿Cómo afecta a mi vida lo que acabo de leer? ¿Hay algo en lo que debo cambiar? ¿Tengo que pedir perdón a Dios por algo? ¿Hay una alerta que Dios me esté mostrando?

  7. Leer con hábito de oración. La oración es un distintivo de los cristianos en la Iglesia primitiva (Hch. 2:38-42). Si la Palabra de Dios es nuestro alimento, la oración puede considerarse nuestro oxígeno para respirar. Sin embargo, cada día los creyentes asisten cada vez menos a las reuniones de oración en las iglesias de muchos países del mundo por considerar la oración en muchos casos como algo secundario. De hecho, hay iglesias que ni siquiera tienen reunión de oración. Esto significa que si la oración eclesial languidece y los creyentes lo aceptan es porque en casa tampoco la consideran importante, teniendo en cuenta también que donde dos o tres se reúnen en el nombre de Dios, él no falta a la cita (Mt. 18:20).

La oración nos invita a adorar a Dios, darle gracias, confesar nuestro pecado y realizar peticiones. Por medio de la oración intercedemos los unos por los otros, pero, sobre todo, tal y como vemos en los evangelios con Jesús, quien se levantaba muy temprano para orar o a veces pasaba la noche orando, es nuestra conversación habitual para mantener una relación personal con Dios en la que la comunicación es fluida.

La Palabra de Dios nos dice que sin fe es imposible agradarle (He. 11:6), que si tuviésemos fe como un grano de mostaza removeríamos montañas (Mt. 17:20), y finalmente es Jesús mismo quien nos enseña a perseverar en la oración (Lc. 18:1-8). Dios quiere ver nuestro interés en el avance del reino de los cielos y que no seamos conformistas, él prueba nuestra fe, pero sin permanecer impasible.

Conclusión

Oremos a Dios para que nos ayude a no descuidar la meditación en la Palabra de Dios ni la oración, y que esto nos lleve a contagiar esta visión a otros como le ocurrió a los discípulos de Jesús (Lc. 6:12; 11:2).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *