Jueves 16 de Octubre de 2025
Dos cestas de higos
Jeremías 24:1-10
Jeconías, su madre (¿mencionada por su maldad?), oficiales, artesanos y herreros han sido deportados. El pueblo queda en situación difícil en cuanto a mano de obra especializada. Reina Sedequías.
Exposición
Dos cestas de higos se hallan delante del templo (vv. 1-3). Según la ley, los israelitas debían presentar al Señor las primicias en una canasta (Dt. 26:1-11). Una cesta, con higos muy buenos, maduros y sanos, sería aceptable ante el Señor. Otra, con higos muy malos, podridos e inservibles, sería una ofrenda inaceptable. Dios explica el significado de cada una.
Higos buenos (vv. 4-7). ¿Cómo pueden ser «higos buenos» los deportados en tierra de los caldeos? Porque hay esperanza en medio del juicio. Dios los cuidará en el exilio y los hará regresar a Judá. Más importante aún, les dará un corazón (entendimiento) para que le conozcan, y tendrán con él la clase de relación que siempre había sido el propósito de las normas dadas (Lv. 26:11-12). Porque él es el Señor, trabajará para que se vuelvan a él y sean de verdad su pueblo (Ez. 36:26-28). Años después regresó una minoría, que no se vio libre del pecado y la desobediencia. El cumplimiento total de esta relación con Dios será en el futuro.
Higos malos (vv. 8-10). Los higos malos son como Sedequías, su corte, el remanente que ha quedado en Judá y los huidos a Egipto. Podían haberse arrepentido ante la deportación de Jeconías pero no lo han hecho. Sufrirán espada, hambre y pestilencia hasta su exterminio de la tierra (21:9-10, 29:17-19); los pueblos de alrededor los maldecirán y humillarán, horrorizados ante su castigo proverbial. En lugar de un pueblo que conoce a Dios serán un pueblo deshonrado en los territorios de su dispersión. No hay esperanza para ellos.
Aplicación
Parece lógico pensar que los higos buenos serían quienes quedaron en su tierra, pero el Señor veía la futura conversión de los deportados. Cuántas veces en nuestra vida creemos que la bendición consiste en ser librados de problemas, prosperar sin sufrimiento. Dios ve más allá de nuestra perspectiva y puede trabajar en nosotros de tal manera que sea precisamente en las dificultades donde le conozcamos más.
Pensamiento: Cuando mi espíritu desmayaba dentro de mí, tú conociste mi senda (Sal. 142:3).
Unión Bíblica “Notas Diarias”