¿Cuáles son los principales problemas ambientales que enfrentamos hoy?

Dr. Martin J. Hodson (The John Ray Initiative)

Esta es la primera entrega de una serie de artículos, y asienta la base científica de la crisis medioambiental. Los que siguen abordarán las respuestas bíblicas y teológicas a las cuestiones que se plantean en el presente artículo

 ¿Cuáles son los problemas medioambientales que están afectando el mundo? La respuesta más reciente a esta pregunta ha sido facilitada en 2009 por Rockström y su equipo del Stockholm Resilience Centre. Sus investigaciones se centraban en buscar el ‘espacio operativo seguro para la humanidad’. Escudriñaron todos los temas medioambientales e identificaron cuáles podrían ser perjudiciales en algún momento futuro, y cuáles ya nos están causando problemas. Resulta que son cuatro áreas en las que ya estamos en dificultades: Los ciclos biogeoquímicos (particularmente el nitrógeno y el fósforo); los cambios de sistemas agrarios (la conversión de selvas tropicales y entornos naturales en suelo para la agricultura, y los terrenos agrícolas en suelo urbano); la pérdida de biodiversidad; y el cambio climático. Existen otros temas que no representan una amenaza importante en este momento, aunque podrían hacerlo en el futuro. El plástico es uno de ellos. Sir David Attenborough, conocido en todo el mundo por su trabajo en la conservación de la naturaleza, alertó al público por medio de su serie televisiva ‘Planeta Azul II’ sobre los problemas del plástico, especialmente en los océanos. En muchos países, después de la emisión de estos programas, se pusieron en marcha medidas para reducir el uso del plástico aunque, tristemente, con la pandemia, ha subido de nuevo. El plástico es ciertamente un problema serio, pero no está al nivel del cambio climático, o la pérdida de biodiversidad, o, incluso, del nitrógeno.

¿Qué podemos decir acerca del nitrógeno? No figura mucho en las noticias. Sin embargo, es un problema y estriba en dos causas principales. La primera es que, al quemar gasolina o diésel en nuestros vehículos, también quemamos nitrógeno, lo cual conduce a la producción de óxidos de nitrógeno que funcionan como una suerte de fertilizante de nitrógeno en la atmósfera. Este llega a la tierra con la lluvia y fertiliza los suelos, incluso en lugares como reservas naturales. También cae en los océanos. Pero posiblemente el problema más importante viene por el uso de nitrógenos en los fertilizantes que se aplican a la tierra y que, luego, llegan a los ríos, acabando, finalmente, en los océanos. Como resultado, las algas crecen muy rápidamente, causando grandes extensiones de floraciones verdes. Al morir, las algas se pudren y consumen mucho oxígeno, con el resultado de que hay áreas del océano con tan bajo contenido de oxígeno que no sustentan la vida.

La pérdida de biodiversidad es otro problema serio. Diez mil años antes de Cristo, la mayoría de los animales en el mundo eran salvajes. Existían algunos seres humanos, pero aún no se había domesticado animales en aquel entonces. En 1900 la situación era muy diferente. La población de seres humanos era bastante grande y la de los animales domesticados también. Pero desde 1900 las poblaciones de animales salvajes han bajado notablemente, mientras que las de los animales domesticados han subido mucho, junto con la población humana que, en este año 2020, se sitúa en torno a los 7.8 billones.  Según datos recopilados por el WWF en 2020, se habrá perdido, entre 1970 y 2018, el 68% de los animales salvajes.

El principal causante del cambio climático – aunque no el único – son nuestras emisiones de dióxido de carbono. A partir de la Revolución Industrial hemos quemado cada vez más combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Algunas recesiones económicas a nivel global han resultado en una reducción en el consumo de combustibles fósiles temporalmente, pero en general la tendencia ha sido en aumento. En los últimos años se ha visto una estabilización de las emisiones de carbono, de forma que, en 2019, los valores eran más o menos los mismos que en 2018. Esto se debe a que los países ricos en el mundo desarrollado han conseguido reducir sus emisiones, mientras que India y China las han aumentado. De manera que el efecto global es que estamos más o menos estable. Aun así, no hay margen para la complacencia. Es urgente reducir las emisiones rápidamente.

Al quemar combustibles fósiles, el dióxido de carbono, que es el producto, se escapa a la atmósfera y desde allí va a acabar en tres sitios: puede ser absorbido por las plantas; o por los océanos; o puede acumularse en la atmósfera. De hecho, alrededor de la mitad se acumula en la atmósfera. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en la época preindustrial fue aproximadamente 280 partes por millón (ppm). En 1960 alcanzó 315ppm y en 2020 aproximadamente 415pp. Es decir que se ha pasado de una concentración de 280 a la de 415, lo cual es un aumento muy grande. ¿Qué importancia tiene esto?

Es importante a causa del efecto invernadero. En un invernadero la radiación solar traspasa el cristal, toca el suelo y vuelve a radiarse como radiación térmica de onda larga, o calor. Una parte de ese calor se escapa a través del cristal del invernadero; otra parte rebota hacia dentro y mantiene una temperatura cálida en el interior. Es por eso que en un día soleado pero fresco, la temperatura dentro de un invernadero es cálida. Un efecto similar se produce en la atmósfera de la Tierra. La radiación solar entra, choca con el suelo y es radiada de nuevo como calor. Una parte bastante grande de ese calor escapa al espacio exterior, pero una parte es atrapada por los gases invernaderos y es lo que calienta nuestra atmósfera. Los gases invernaderos no son solamente dióxido de carbono, sino también metano, óxido nitroso, vapor de agua y unos pocos componentes más. Mucha gente tiene la idea de que estos gases no son buenos, pero la realidad es que los necesitamos. Gracias a los gases invernaderos en nuestra atmósfera, la temperatura media global del planeta es alrededor de 15ºC, que es una temperatura favorable para la vida en la Tierra. Sin los gases la temperatura media sería de -15ºC. Es decir que la vida en la Tierra sería más o menos imposible sin los gases invernaderos. Pero lo que ha pasado es que, al quemar combustibles fósiles y echar dióxido de carbono a la atmósfera, se ha ido añadiendo a esa capa de gas, de la misma manera que echamos otra manta en la cama en invierno. Cuando esto sucede lo más probable es que la temperatura suba y, efectivamente, es lo que ha pasado. La temperatura media global ha subido en aproximadamente 1ºC durante el siglo pasado, lo cual es un incremento muy grande en relación con el lapso de tiempo; y se piensa que aumentará aun más en lo que queda de este siglo. Los diez años más calurosos, según los registros instrumentales, han sido todos desde el cambio del siglo. El año pasado – 2019 – era el segundo año más caluroso. El más caluroso fue 2016, pero a todas luces 2020 podría incluso superar 2016.

¿Qué va a suceder en el futuro? El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC – siglas en inglés) publicó su último informe importante en 2013. El siguiente debe salir al año que viene. Si continuamos produciendo las mismas emisiones como actualmente, alcanzaremos un valor de alrededor de 4ºC o 5ºC por encima de la temperatura preindustrial antes del final del siglo. Sería un desastre total para el planeta y para nosotros. Se considera que, como mucho, sería posible limitar la subida de temperatura a 1.5ºC por encima de la temperatura preindustrial. Esa cifra es solamente 0.5ºC más alta que nuestro nivel actual, y para conseguirla sería necesario conseguir unas reducciones de emisiones de gran envergadura.

La convención Marco las Naciones Unidas sobre el cambio climático COP21, celebrada en París en 2015, fue sumamente significativa. De antemano los gobiernos participantes habían entregado cada uno sus planes para reducir las emisiones de dióxido de carbono en sus respectivos países. Se hizo el cómputo de todos estos planes individuales, para comprobar cuál podría ser el aumento de temperatura global en base a dichas predicciones. Como ya se ha comentado, de seguir adelante en la misma tendencia resultaría en un aumento de 4º o 5ºC antes del final del siglo, con consecuencias terribles. Si se sigue lo que los gobiernos se comprometieron a hacer en 2015, entonces la subida será de 3 – 3.5ºC, que tampoco es muy bueno y, además, será necesario reducir las emisiones de manera más drástica y más rápida. Desde el encuentro de Paría se ha visto una disminución en el uso de combustibles fósiles, especialmente de carbón. Al mismo tiempo se ha visto un aumento importante en el uso de tecnologías de energía renovable: eólica y solar. En España, la producción de energía eólica y solar está actualmente en auge.

¿De qué maneras el cambio climático va a impactar nuestro mundo? Lo sorprendente es que muchos países han previsto una mayor producción agrícola antes de 2080. Hay dos razones para explicar esto. En primer lugar, el dióxido de carbono es un nutritivo y favorece el crecimiento de las plantas. En segundo lugar, en algunas áreas las temperaturas más altas tienen el mismo efecto. Se prevé que en Europa la producción agrícola global experimentará un aumento. Sin embargo, en muchas partes del mundo, este no es el caso. En estas regiones, sequías, olas de calor, inundaciones y otros eventos meteorológicos extremos compensarán con creces los efectos positivos del dióxido de carbono. Por lo tanto, se prevén reducciones importantes de la producción agrícola en estas regiones, especialmente en África. Muchos de los habitantes de África son nuestros hermanos cristianos, y parece que se abocan a tiempos muy, muy difíciles. Esta es una de las razones por la que considero que los cristianos debemos tomarnos más en serio el tema del cambio climático.

El cambio climático conlleva una cuestión de justicia. Los más ricos, que representan el 10% de la población mundial, producen el 49% de las emisiones de dióxido de carbono y son también los menos afectados por el impacto del cambio climático. Mientras que los más pobres – el 50% de la población – son responsables tan solo por el 10% del total de las emisiones. Sin embargo, ya están sufriendo severas consecuencias del cambio climático. ¿Qué va a pasar con todos estos pobres? Muchos intentarán migrar si de alguna manera es posible. Norman Myers calculó que unos 200 millones de personas abandonarían sus hogares y migrarían a otros lugares antes de 2050. Claro, algunas personas lo tienen difícil para desplazarse. Se vio un ejemplo de esto cuando el huracán Katrina golpeó Nueva Orleans en los Estados Unidos. La gente pudiente subió a sus coches y se marchó rápidamente, antes de la llegada del huracán, dejando a los pobres en la ciudad para afrontarlo. Aun así, es muy probable que veamos un número cada vez mayor de personas que intentan partir del lugar donde están viviendo a causa del cambio climático.